La Consejería de Sanidad de Murcia derivará a otras comunidades autónomas a las pacientes de esta región que quieran abortar porque este servicio sanitario no se practica en los hospitales públicos, donde la objeción de conciencia es del cien por cien, y la nueva Ley del Aborto ha dejado en suspenso los conciertos con las cinco clínicas privadas que existían hasta ahora.
La Ley de Interrupción Voluntaria de Embarazo, que entró en vigor el lunes, obliga a las clínicas a que «se reacrediten» y ninguna de las cinco con las que existía concierto se han dirigido a la Administración para formalizar tal solicitud, según explicó a un portavoz de la Consejería de Sanidad de Murcia.
Las mismas fuentes responsabilizan del marco de inseguridad jurídica al Gobierno por la falta de previsión en sus plazos y el escaso tiempo que han tenido tanto comunidades autónomas como clínicas para adaptar certificaciones o preparar la información que reciben las pacientes que optan por abortar.
El Ministerio de Sanidad ha estimado en unos cuatro meses el tiempo de adaptación a la nueva ley. Desde la Consejería de Sanidad murciana se advierte de que estudiarán con mucho detenimiento las condiciones técnicas y las garantías necesarias antes de conceder las autorizaciones a las clínicas privadas. Argumento que ligan a su exigencia de que el Tribunal Constitucional (TC) se pronuncie antes de poner en marcha el proyecto. Con todo, no está previsto que el TC se pronuncie, al menos, en una semana.
Además, Murcia constituirá un registro de objeción de conciencia y creará, asimismo, un comité ético-científico para el seguimiento de esta prestación.
Parece que el gobierno regional, tras años de mirar para otro lado ante el drama del aborto, de invertir millones de euros en financiar el despedazamiento de bebés, de cerrar de hecho el servicio de ayuda a la mujer embarazada(AMUE), de conseguir que Murcia tenga el triste título de campeona nacional del aborto, ha reaccionado con la firmeza que le permiten sus competencias ante esta nueva ley. Confiemos en que el vigor que está mostrando el gobierno que preside Valcárcel esta semana dure mucho tiempo, y no se trate de una mera campaña de agitación y propaganda.
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