Roma llama al obispo abortista y antifamilia mejicano.

Acto blasfemo del obispo de Saltillo: la bandera aberrosexual junto al Altar

Aunque parezca increible, en la Iglesia Católica se puede llegar a ser consagrado como obispo mientras que se cuestionan o se atacan los puntos de la doctrina que el propio Benedicto XVI ha definido como no negociables. Resulta una dolorosa contradicción para los católicos que otros obispos, por poner en duda aconteciientos históricos, sean sancionados públicamente de modo severo mientras otras aciones absolutamente intolerables e incompatibles con la doctrina católica se permiten abiertamente, com el caso del cura abortista de Barcelona.
En este caso, el obispo abortista se llama Raúl Vera López, de la diócesis mexicana de Saltillo. Hace unos días el mismo Vera declaró públicamente haber recibido una carta de la Santa Sede que lo invitó a explicar su trabajo con el grupo de promoción homosexual conocido como “San Elredo”. El requerimiento llegó tras la queja de sus propios feligreses, quienes le cuestionaron sus posiciones con carteles anónimos en la catedral. Tres pancartas con la elocuente frase: “¡Queremos un obispo católico!”.
En marzo pasado tuvo lugar en Saltillo el IV Foro de Diversidad Sexual, Familiar y Religiosa, organizado por esa asociación y en el cual se promovieron, entre otras, tanto las conductas aberrosexuales como la adopción de niños entre parejas del mismo sexo. El obispo no se limitó a dar sustento, sino que presidió personalmente la inauguración del encuentro. El gesto despertó preocupación entre grupos pro-familia de la región y fue cubierto ampliamente por la agencia católica de noticias ACI Prensa.
Aunque el grupo “San Elredo” y su asesor pastoral, el sacerdote Robert Coogan, aclararon que no pretenden impulsar la aprobación legislativa del “matrimonio homosexual”, en los hechos su trabajo demostró estar frontalmente opuestoa la doctrina católica. Así se desprende de una declaración de Coogan quien lamentó que “la única respuesta que ofrece el Catecismo (a los aberrosexuales) es decirles que vivan el celibato” y eso “no es adecuado”.
La primera defensa de Vera, tras dar acuse de recibo a la carta del Vaticano, fue culpar a la agencia de haber construido “infundios” en su contra. “En la Diócesis de Saltillo tenemos objetivos bien claros, nosotros trabajamos con ellos (la comunidad homosexual), para ayudarles a recuperar su dignidad humana que mucho se vulnera desde su casa, en la sociedad y se les trata como apestados”, dijo.
“Por supuesto que hay un llamado del Vaticano y yo estoy para aclarar las cosas… yo tengo que responder a la Ciudad del Vaticano una serie de preguntas que me hacen con respecto a mi trabajo con los homosexuales, pero es debido a esta agencia de información católica que se ha puesto a decir barbaridades”, agregó.
Lo cierto es que Raúl Vera se ha destacado por mantener posiciones polémicas. El religioso dominico (de la Orden de los Predicadores), estudió en México, en Bolonia y en Roma (Italia). Recibió la ordenación sacerdotal de manos de Pablo VI (1975) y la episcopal de manos de Juan Pablo II (1988),en Ciudad Altamirano. En 1995 se convirtió en la gran apuesta para suceder a Samuel Ruíz, entonces obispo de San Cristóbal de las Casas (Chiapas). El 14 de agosto de ese año el Papa lo designó como obispo coadjutor con derecho a sucesión. Así llegó al sureste mexicano, todavía marcado por el alzamiento counista del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994. Con su designación se buscó dar una salida rápida a Ruíz y poner un dique al proyecto de la teología indígena mexicana, que se encontraba en su punto más alto. El Vaticano mandaba sus primeras señales de preocupación.
Pero el intento fracasó. Al poco tiempo de su llegada a San Cristóbal Raúl Vera se convirtió en uno de los acérrimos defensores de la acción de los diáconos permanentes casados (como sustitutos de los presbíteros) y de su multiplicación excesiva, proyecto que en Roma es conocido como la “Iglesia diaconal” y percibido como un intento organizado por quebrar el celibato sacerdotal.
Esta rápida mutación obligó a la Sede Apostólica a mandarlo como obispo de Saltillo (el 30 de diciembre de 1999) antes que ratificarlo como sucesor de Samuel Ruíz, quien finalmente fue sustituido por Felipe Arizmendi Esquivel.
El cambio no mermó sus reivindicaciones anticatólicas. Replicó en Saltillo el modelo pastoral de San Cristóbal, difundiendo ampliamente la ordenación de diáconos permanentes casados quienes, según él, “pueden realizar la labor sacerdotal en las comunidades alejadas”. Su insistente proselitismo, casi político, y sus posiciones netas no han caído bien ni en México ni en Roma.
Otro de sus objetivos ha sido criticar al actual gobierno y su lucha contra los cárteles de la droga. El prelado se ha alineado con los grupos defensores de los derechos humanos que han exigido quitar al ejército de la lucha contra las bandas , facillitando sus correrías. Una posición casi irreductible que comparten muy pocos en la Iglesia mexicana.
El último capítulo del “obispo rebelde” se desató tras una entrevista publicada el 3 de agosto por la agencia pro-vida de Estados Unidos LifeSiteNews.com en la cual Vera reconoció guiar dos instituciones que abiertamente defienden la despenalización del aborto.
Se trata del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas de Chiapas, en cuyo liderazgo sucedió al difunto obispo Samuel Ruíz, y del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, fundado por él mismo en Saltillo.
Ambas instituciones forman parte de la red “Todos los derechos para todos y todas” que promueve el aborto como un derecho humano y que apoyó en 2007 la despenalización de esa práctica en la capital mexicana. Además en 2008 esos centros firmaron –junto con otras organizaciones- una declaración para oponerse a una reforma constitucional que buscaba la salvaguardia de los no nacidos en el estado mexicano de Jalisco.
Por todo esto Raúl Vera López superó la más que excesiva tolerancia del nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, quien no tuvo más remedio que transmitir a Roma la historia de este “obispo rebelde”.
Y en Roma deberá rendir cuentas porque, como él mismo anunció públicamente, a finales de agosto o inicios de septiembre se entrevistará con el prefecto de la Congregación para los Obispos de la Santa Sede, Marc Oullet. Aunque adelantó algo inquietante: “no es llamada de atención, es una aclaración”.

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